El pasado martes 24 de febrero tuvimos la oportunidad de ser ponentes en la “Feria de la financiación” de Zaragoza (Enlace a la notícia en EuropaPress). Tras la apertura del Consejero de Economía de Aragón, Francisco Bono, pudimos exponer nuestras reflexiones sobre la actualidad de los emprendedores, bajo el título de una ponencia titulada “La emprendeduría: espacio protegido para Héroes”.

Y realmente podemos considerar que los actores de la emprendeduría son auténticos héroes, por varios motivos. Los emprendedores, durante estos años de crisis han sido los únicos que siempre han estado animados, han puesto voluntad y pasión, imaginación y esfuerzo para detectar nuevas oportunidades. Y a pesar de que sus condiciones han sido precarias (pocas ayudas de la administración, escasez de recursos, escasas oportunidades de levantar rondas de inversión), estos héroes no han decaído y han mantenido el ánimo, esfuerzo y vitalidad para innovar y avanzar con sus proyectos.

Desafortunadamente muchos han caído por el camino. Y principalmente ha sido por no saber comunicar su idea, y porque se han centrado en el desarrollo de su producto, olvidándose de dos básicos: el mercado y la auténtica propuesta de valor.

El mercado no está esperando el producto del emprendedor. Está a la espera de solventar sus necesidades o problemas. Que sea con un producto X o Y de un emprendedor o una multinacional no tiene tanta importancia como el hecho de solventar su necesidad. Sin embargo, el emprendedor se tropieza una y otra vez dedicando todos sus esfuerzos y recursos al desarrollo de SU producto. En esta fase más vale ir con el producto acabado a un 60-70% al mercado, escuchar la opinión del cliente, adaptar los cambios y culminar el producto, que no ir al mercado con un producto acabado al 100% en el que no podemos adaptar soluciones al criterio del cliente.

El cliente, muy educadamente nos dirá de nuestro producto acabado al 100%: “si, muy interesante, me parece muy bueno”, lo cual es cierto. Pero luego nos sorprenderá que no lo compre. No lo compra porque le parece muy interesante, pero no está adaptado a lo que él realmente necesita. Además le hemos hablado de las características técnicas del producto, pero nunca del valor que este aporta a su empresa, que debe ser el principal argumentario de venta. La reacción del emprendedor, en vez de escuchar el mercado, es sacar su versión 2.0 del producto, en la que invierte más tiempo, dinero y esfuerzos, pero sigue sin ser aceptada por el mercado.

Aún así, este héroe no decae, y la tendencia es que cada vez más, sabiendo de sus problemas, se deja asesorar por entidades y por profesionales del sector. La solución de proporcionarle “píldoras de conocimiento” en las que se trabaja el modelo de negocio, la presentación frente a inversores, o ciertos ratios financieros muchas veces es insuficiente, ya que no le enseñan nada sobre estrategia, gestión de equipos, planificación o toma de decisiones.

Por eso es importante que el empresario se deje asesorar o en su defecto busque aliarse y crear un equipo potente que supla sus carencias. Este es otro ejercicio digno de un héroe: el de saber ceder ciertas posiciones de liderazgo en pos de una visión más empresarial y menos centrada en el producto. A veces al emprendedor le da la sensación que incluir a alguien en su empresa le hace perder poder y control, levantando hostilidades internas. Sin embargo la realidad es que muchas veces, el poder incluir directivos o socios no hace más que aportar valor y viabilidad a la empresa.

Por ello, nuestro emprendedor es un gladiador. Un héroe que lucha por su libertad y que a pesar de las inclemencias no decae. Y gracias a él, gran parte de la situación de crisis se está solventando parcialmente.